Una compañera me comentaba hoy unos "experimentos" sociales que ponen los pelos de punta.
El primero es el Experimento de Asch, relacionado con la conformidad del individuo en el grupo.
El segundo tiene que ver con la obediencia, y se denomina el experimento de Milgram: quien en resumen planteaba lo siguiente:
"Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio
Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974"
El tercer experimento se realizó en la carcel de Standford para estudiar la respuesta humana a la cautividad.
Son como para pensarlo dos veces: ¿seremos capaces de todo?
De amar y de destruir, de crear y de deshacer, de cuidar y de matar... dependiendo de las circunstancias!
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